¿Qué se puede decir de ti?, porque especial no es la palabra...eres más grande que eso, muchísimo mejor, por no decir demasiado. Tú me lo has dado todo, sin querer y queriendo. Me has ayudado... solo cuando me veías mal, eras tú la que venía, me miraba, y sin complicación ninguna, me hacías sonreír. Pero no me sacabas una sonrisa de esas falsas o con esfuerzo en hacerlo para que quedaras bien o simplemente me dejarás, sino, una de esas sonrisas que casi nunca nadie me saca. ¿Solo en eso?, que va. Si no entendía nada, esperaba hasta preguntarte, y tu siempre me decías que si, sin ningún problema y me lo dices como si no fuera un estorbo, al menos yo lo veo así o hacías que lo pensara.
¿Te molesté alguna vez?, claro que si, llorando, pegando todo lo que veía, portándome borde contigo pero... ¿tú?, no eres como las demás. Aún así, me ayudabas y no pasabas del tema por decirlo así. Te pedía disculpas y tú decías: No te preocupes. Y me soltabas una cacho sonrisa, esa sonrisa que me encanta y lo sabes. Y me aconsejabas en lo que podías. No sé si tú lo harías porque yo fuera una alumna más con problemas o algo así, pero yo a ti...te veo como una madre.
Lo sabes todo de mi, siempre te conté mis cosas, no sé si te importaba o no, pero sé que me estabas escuchando y me alegro de poder soltarlo todo a alguien que ya lleve experiencia en todas esas cosas que cuento, así me aconsejabas más.
Han sido un año, meses, seis horas de cinco días a tu lado. ¿Son suficientes para cuando nos separemos?... Yo creo que no. Vamos, nunca me separaría de ti, jamás. ¿Por mi? Estaría toda la vida en tu presencia, siempre ahí, como si fueras algo mío, como alguien de mi familia, alguien importante. Lo eres.
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